😱⚽🕯️ La tarde que se tiñó de sangre y dejó al país sin aliento: Mario Pineida, sicarios, una hora exacta y el inicio de una tragedia que Ecuador aún no logra procesar 💥👀⚰️

Sigue la expectativa por la muerte del jugador Mario Pineida.

image

Nos conectamos inmediatamente en vivo con Ecuador.

La hora marcaba las 15:51 del miércoles 17 de diciembre.

La carnicería en Samanes 4 estaba casi vacía.

Vemos una joven quieta mirando su celular sin sospechar lo que sucedería 40 segundos después.

Pero antes de eso, Mario, el Pitbull Pineida, entra en escena, camina hacia un costado y es cuando ve a uno de los sicarios.

Sus asesinos son dos sujetos que aparecieron por lados opuestos.

Encuentran sus miradas antes de enfundar las armas.

Pineida alza las manos en señal de rendición, pero 3 segundos después recibe el primer disparo al que le seguirían al menos siete más que impactaron en su cuerpo.

Y el destino fue el mismo para la joven acribillada de la misma forma.

image

Los sicarios finalizaron su encargo y huyeron.

Dejaron en el piso tendidos a los cadáveres del Pitbull y la mujer.

Pero lo que ya está descartado es que sea su esposa.

Primero porque una prima del ex capitán de Barcelona lo aclaró.

Eh, la esposa de, en este caso, mi primo Mario, ella se encuentra viva.

Ella está pues obviamente atravesando un momento muy fuerte.

Horas después, a través de un comunicado, Ana Aguilar, cónyugue de Pineida y madre de sus tres hijos, pidió respeto por el duelo de su marid.

Así comenzó todo, o al menos así comenzaron a conocerse los hechos que hoy sacuden a miles de personas y que han dejado más preguntas que respuestas.

Dos personas ycían en el suelo tras una violenta balacera ocurrida en plena tarde.

image

El sonido seco de los disparos rompió la rutina del lugar y en cuestión de segundos todo cambió.

En un inicio, el caos y la confusión dominaron la escena.

Testigos hablaban al mismo tiempo.

Las versiones se cruzaban y una información comenzó a circular con fuerza.

La mujer que había caído junto a Mario Pineida era su esposa.

Ese dato encendió las redes, los comentarios, las especulaciones, pero conforme pasaron las horas, esa versión se vino abajo.

La confirmación fue contundente.

No era su esposa, era la mujer con la que mantenía una relación paralela, su amante.

Y desde ese momento nada volvió a encajar de la misma manera.

Antes de seguir, escucha esto con atención, porque no es una frase al azar.

image

Tengan cuidado con a quién traicionan.

Una infidelidad no siempre termina en un escándalo familiar, en un divorcio silencioso o en una separación dolorosa.

A veces la traición se convierte en rencor y el rencor cuando se mezcla con humillación y abandono, puede transformarse en algo mucho más oscuro.

Aquí no importa si eres conocido, no importa el dinero, no importa la fama.

Cuando se cruzan ciertos límites, todos quedan expuestos.

Los primeros reportes hablaban de varios disparos.

No fueron dos, no fue un ataque improvisado.

Personas que estuvieron cerca del lugar coinciden en algo inquietante.

image

Hubo coordinación, dos atacantes, dos trayectorias distintas, dos objetivos.

Uno se dirigió directamente hacia Mario Pineida, el otro hacia la mujer que lo acompañaba.

Ese detalle es clave porque cuando los investigadores comienzan a analizar el caso con frialdad, surge una pregunta que hasta ahora nadie ha logrado responder de forma lógica.

Si esto hubiera sido solo una extorsión, ¿por qué ejecutar a ambos? En la mayoría de hechos relacionados con amenazas o cobros, el mensaje suele ser selectivo.

Se elimina a una persona, se deja a otra con vida para sembrar terror.

Aquí no hubo advertencia, no hubo sobrevivientes, no hubo margen de error.

Eso para muchos no parece casualidad.

Con el paso de las horas comenzaron a aparecer datos que no estaban destinados al público, información que no se dice frente a cámaras, pero que circula en pasillos, llamadas privadas y conversaciones reservadas.

Y todas esas versiones coincidían en algo perturbador.

Esto no comenzó ese día.

Mario Pineida seguía legalmente casado.

Nunca se divorció, pero desde hace un tiempo sostenía una relación con otra mujer, una relación que su esposa conocía.

Al principio, según personas cercanas, hubo reclamos, luego discusiones, después silencios largos y, finalmente, una aparente resignación.

Pero hay algo que muchos subestiman peligrosamente.

El dolor que se calla no desaparece.

Mientras Mario continuaba con su vida, mientras se dejaba ver con su nueva pareja, mientras esa relación dejaba de ser discreta, al otro lado se iba gestando algo distinto.

Y es ahí donde empieza a tomar fuerza un nombre que hoy genera escalofríos en redes y conversaciones privadas.

La viuda negra.

Hasta ahora no existe una confesión directa.

No hay una grabación donde alguien diga, “Yo lo hice.

” Pero las investigaciones no avanzan solo con palabras, sino con patrones.

Y los patrones aquí son inquietantes.

Según fuentes cercanas al proceso, los autores materiales no habrían tenido contacto directo con la esposa, sino con terceros vinculados al mundo criminal.

intermediarios, personas que sirven como puente para no dejar rastros evidentes.

Eso explicaría por qué hasta el momento no hay una prueba definitiva, pero si una acumulación de indicios que apuntan siempre al mismo lugar.

El ataque fue preciso, sin errores, sin improvisación y sobre todo fue definitivo.

Otro elemento que ha despertado sospechas es el siguiente.

Si la supuesta amenaza hubiera estado dirigida solo a la mujer, ¿por qué Mario Pineida también fue ejecutado? En otros casos similares, cuando la presión es económica o extorsiva, se elimina a la persona relacionada con el negocio o con el conflicto, no a ambos.

Aquí los dos tenían que morir.

Para muchos investigadores, eso no habla de dinero, sino de venganza.

Una venganza cuidadosamente disfrazada dentro de un contexto de violencia generalizada donde un crimen más puede pasar desapercibido, al menos al inicio.

Como si alguien hubiera sabido exactamente cómo camuflarlo.

Y ahora detente un momento y piensa.

Si descubres que tu esposo, con quien aún estás legalmente casada mantiene otra relación.

Si sabes que te reemplazó emocionalmente mientras tú sigues cargando con el peso del matrimonio.

Si ves cómo se exhibe, como continúa, como parece no importarle tu dolor, ¿qué harías tú? ¿Lo dejarías ir? ¿Guardarías silencio? ¿O dejarías que la herida se transforme en rabia? Esa es la pregunta que hoy divide a miles de personas que siguen este caso.

¿Por qué lo que ocurrió esa tarde no parece un simple hecho aislado, sino la consecuencia de algo que venía gestándose desde mucho antes? Las autoridades siguen atando cabos, siguen revisando llamadas, contactos, movimientos y cada nueva pieza parece acercarlos a una verdad que muchos temen.

Una verdad donde la figura de la esposa, la mujer que fue desplazada, la mujer que fue traicionada, empieza a aparecer cada vez con más fuerza en el centro de todo.

Pero, ¿hasta dónde llega realmente su participación? ¿Quién dio la orden? ¿Quién contactó? ¿A quién? Eso es algo que aún no se ha dicho públicamente y es precisamente ahí donde esta historia continúa.

Después de la balacera, cuando el polvo aún no se asentaba y las versiones chocaban entre sí, hubo un detalle que pasó casi desapercibido para el público, pero no para quienes investigan este caso desde dentro.

La esposa de Mario Pineida no reaccionó como todos esperaban.

No hubo apariciones inmediatas, no hubo declaraciones desesperadas, no hubo escenas públicas de dolor, hubo silencio.

Y ese silencio para muchos comenzó a resultar incómodo.

Mientras las redes sociales ardían con teorías, mientras algunos pedían justicia y otros exigían respuestas, ella permanecía al margen.

No hablaba, no negaba, no confirmaba, simplemente observaba.

Personas cercanas aseguran que ella ya sabía que Mario mantenía una relación paralela.

No era un rumor, no era una sospecha, era una certeza.

Había mensajes, había ausencias prolongadas, había excusas repetidas y aún así nunca se produjo un divorcio.

Ese punto es fundamental para entender lo que vendría después, porque no es lo mismo ser la ex que ser la esposa legal desplazada.

No es lo mismo perder a alguien que verlo rehacer su vida mientras tú sigues atada a él por papeles, promesas rotas y una historia que nunca se cerró.

Según versiones recogidas durante las indagaciones, la relación entre Mario y su amante no era reciente.

Llevaban tiempo viéndose, tiempo compartiendo, tiempo planeando y lo más delicado, ella lo sabía desde hace meses.

Al principio intentó ignorarlo, luego enfrentarlo, después callarlo.

Pero nada cambió.

Aquí es donde los investigadores comienzan a retroceder en el tiempo.

No al día del ataque, no a la semana previa.

sino mucho antes a los primeros conflictos, a las primeras discusiones, a los primeros contactos extraños que hoy con la información actual empiezan a adquirir otro significado.

Según fuentes cercanas al proceso, hubo acercamientos indirectos, conversaciones que no parecían relevantes en su momento, personas que entraron y salieron de su entorno sin levantar sospechas.

No se habla de un contacto directo con sicarios.

No se habla de llamadas explícitas, se habla de intermediarios, personas que conocen a personas, conexiones que no dejan huella directa.

Ese tipo de estructura no es improvisada.

Se arma con tiempo, con paciencia, con cuidado, y eso es lo que más inquieta a quienes analizan el caso.

Mientras tanto, Mario continuaba con su vida.

se dejaba ver con su nueva pareja, asistía a lugares públicos, no parecía preocupado.

Para algunos, eso fue un error fatal, porque hay algo que quienes viven traiciones profundas saben muy bien.

La indiferencia duele más que el abandono.

No fue solo que Mario tuviera otra relación, fue que nunca cerró la anterior, nunca dio un final claro, nunca soltó del todo.

Y ese limbo emocional, según especialistas consultados de forma reservada, puede convertirse en un terreno fértil para decisiones extremas.

Otro dato comienza a circular con fuerza en los pasillos de la investigación.

La supuesta extorsión no estaba dirigida a Mario.

Las primeras amenazas, los primeros mensajes habrían estado relacionados con la mujer.

Con su entorno, con su círculo.

Eso abrió una línea de análisis inquietante.

Si la presión inicial recaía sobre ella, ¿por qué Mario termina siendo uno de los objetivos principales? Ahí es donde surge una hipótesis que nadie se atreve a afirmar públicamente, pero que muchos consideran en privado.

El plan no era asustar, era eliminar.

Eliminar al origen del dolor, eliminar a quien simbolizaba la traición, eliminar a quien representaba la humillación y de paso eliminar también a la otra parte de la historia, porque según esta línea de análisis, los dos tenían que desaparecer.

A medida que avanzan las indagaciones, aparecen detalles que no cuadran con un crimen al azar.

Los atacantes sabían dónde estarían, sabían a qué hora, sabían cómo moverse.

No hubo persecución, no hubo duda, no hubo error, eso indica información previa, información que alguien tuvo que proporcionar.

Y es ahí donde la figura de la esposa vuelve a colocarse una y otra vez en el centro del tablero.

No porque exista una prueba definitiva, sino porque todas las rutas regresan al mismo punto.

Mientras tanto, la opinión pública se divide.

Hay quienes la ven como una víctima doble, engañada en vida, viuda en muerte.

Y hay quienes la miran con desconfianza, preguntándose cómo es posible que alguien tan cercano no supiera nada o supiera demasiado.

En redes sociales, el apodo empieza a repetirse con fuerza.

La viuda negra, un nombre que no nace de una acusación oficial, sino del imaginario colectivo, de la sospecha, del miedo, de la duda, porque cuando una historia tiene demasiados silencios, la gente los llena con preguntas.

Y aquí es donde este caso se vuelve todavía más perturbador.

Según versiones que han surgido recientemente, la esposa habría expresado en más de una ocasión su deseo de que todo terminara, no como amenaza directa, no como confesión, sino como desahogo.

Frases dichas en momentos de ira, comentarios lanzados al vacío.

Palabras que en su momento nadie tomó en serio hasta ahora, porque cuando esas frases se conectan con los hechos ocurridos adquieren otro peso.

Otro significado.

Queridos oyentes, deténganse un segundo y pregúntense si alguien acumula dolor durante meses.

Si se siente reemplazada, burlada, ignorada, si ve como su matrimonio se desmorona mientras la otra relación florece.

¿Hasta dónde puede llegar una persona herida? ¿Hasta dónde puede llegar alguien que siente que lo perdió todo? Dejen su opinión, porque esta historia todavía no termina y lo que empieza a salir a la luz en los próximos momentos podría cambiar por completo la forma en que se entiende este caso.

A esta altura del caso, ya no se trataba solo de reconstruir lo que ocurrió durante la balacera.

Los investigadores comenzaron a enfocarse en algo más profundo, más incómodo, él antes, porque los hechos no nacen de la nada.

Ninguna tragedia de este tipo se improvisa en cuestión de horas, y todo indicaba que alguien había tomado una decisión mucho tiempo atrás.

Las indagaciones empezaron a girar en torno a movimientos que en su momento parecían irrelevantes.

Conversaciones sueltas, encuentros indirectos, personas que aparecían y desaparecían del entorno sin dejar rastro visible.

No eran llamadas evidentes, no eran mensajes explícitos, eran contactos.

Contactos que no hablan directamente del acto, sino del problema, del dolor, de hacer que todo termine.

Según versiones cercanas al proceso, la esposa habría comenzado a frecuentar círculos donde el lenguaje es distinto, donde las soluciones no pasan por abogados ni por separaciones legales, donde los conflictos se resuelven de otra manera.

Nada de esto figura como prueba concluyente, pero los patrones están ahí.

Y los patrones para quienes investigan dicen mucho más que una confesión.

Uno de los aspectos que más llamó la atención fue la forma en que se habría utilizado el contexto de violencia generalizada.

En un país donde las extorsiones, amenazas y ataques armados se han vuelto parte del día a día, un crimen más puede pasar como uno entre tantos.

Y eso para una mente calculadora puede convertirse en la cortina perfecta.

Según esta línea de análisis, el objetivo inicial no era necesariamente matar.

Primero habría sido asustar, ahuyentar, romper la relación, pero algo no salió como se esperaba.

A pesar de las amenazas, a pesar del miedo, Mario y la mujer continuaron viéndose, siguieron juntos, no se escondieron.

Y ahí, según personas cercanas al entorno, el dolor se transformó en humillación porque no hay nada que hierera más que ver como una advertencia fracasa.

Es en ese punto donde los investigadores ubican el quiebre, cuando el plan deja de ser emocional y pasa a ser definitivo.

Según fuentes, los contactos se intensificaron.

Las conversaciones dejaron de ser vagas y los intermediarios empezaron a moverse con mayor precisión, siempre sin dejar huellas directas, siempre manteniendo distancia.

Ese es el detalle que más inquieta.

Nadie parece haber hablado directamente con nadie.

Todo se habría dado a través de terceros personas que conocen personas, mensajes transmitidos verbalmente, indicaciones que no quedan registradas.

Ese tipo de estructura no surge por casualidad.

Se aprende, se copia, se ejecuta con paciencia.

Cuando se analiza el ataque, hay otro elemento que refuerza esta hipótesis.

Los atacantes no dudaron.

No hubo forcejeo prolongado.

No hubo error de identidad.

Sabían exactamente a quién buscar.

Primero cayó Mario, luego la mujer.

Ese orden no fue accidental.

Para algunos analistas, el orden revela intención.

Porque no se trataba de eliminar a cualquiera, se trataba de cerrar una historia completa.

El esposo que traicionó, la amante que ocupó su lugar, dos símbolos de un mismo dolor.

Mientras tanto, la esposa seguía en silencio.

No salía a desmentir, no enfrentaba los rumores, no buscaba limpiar su nombre públicamente.

Ese comportamiento dividió aún más a la opinión pública.

Algunos lo interpretaron como respeto, otros como frialdad, otros como estrategia, porque cuando alguien es inocente suele defenderse y cuando alguien guarda silencio, la duda crece.

A nivel interno, las investigaciones comenzaron a chocar con obstáculos.

No hay transferencias directas, no hay registros claros, no hay mensajes comprometedores, pero sí hay testimonios indirectos.

Personas que aseguran haber escuchado frases inquietantes, comentarios que en retrospectiva parecen premonitorios, como aquel que hoy resuena con fuerza entre quienes siguen el caso.

Esto no puede seguir así.

Alguien tiene que pagar

Related Posts

Our Privacy policy

https://noticiasdecelebridades.com - © 2025 News