😱🕯️💔 ASÍ SE APAGÓ EL MOVIMIENTO Y COMENZÓ LA BATALLA: el giro cruel del destino que le robó la movilidad a la inolvidable “Coconaza” de Radio Rochela y cambió su vida para siempre 🌪️🦵⚡

La historia de la televisión venezolana está llena de personajes inolvidables que marcaron a generaciones enteras.

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Entre ellos destaca una figura que combinó humor, sensualidad e inocencia en uno de los programas más emblemáticos del país.

Se trata de Gladiuska Acosta, mejor conocida por el público como la recordada Coconaza de Radio Rochela.

Su rostro y su personaje quedaron grabados en la memoria colectiva como parte de una época dorada del entretenimiento nacional.

Sin embargo, detrás de las risas y los aplausos, su vida tomó un rumbo doloroso que pocos conocieron durante muchos años.

Esta es la historia de su ascenso, su caída y su lucha por sobrevivir.

Gladiuska Acosta nació el 27 de agosto de 1974 en Venezuela.

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Desde muy joven tuvo claro que su camino estaría ligado a la televisión.

Su belleza natural, su figura curvilínea y su larga cabellera la diferenciaban de los estándares tradicionales de la época.

Mientras muchas aspirantes buscaban parecerse a misses de cuerpos delgados, ella proyectaba una imagen distinta, más voluptuosa y llamativa.

Esa diferencia terminó convirtiéndose en su mayor fortaleza.

Tras graduarse de bachiller y no concretar estudios universitarios, decidió probar suerte como modelo.

Los contratos no tardaron en llegar y poco después apareció la oportunidad de ingresar a Radio Caracas Televisión.

Fue en el programa humorístico Radio Rochela donde su vida cambió para siempre.

Allí interpretó al personaje de la Coconaza en el recordado sketch del Hermano Coco.

El personaje, aunque polémico, conectó rápidamente con el público.

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Su mezcla de ingenuidad, sensualidad y humor de doble sentido generó críticas, pero también enorme popularidad.

Gladiuska se convirtió en una figura reconocida a nivel nacional.

El personaje la catapultó a la fama y la posicionó como una de las comediantes más recordadas del programa.

Durante esa etapa, vivió el lado más brillante del éxito televisivo.

Paralelamente a su trabajo en la comedia, Gladiuska también participó en producciones dramáticas.

Formó parte de telenovelas como Luisa Fernanda en 1999 y La niña de mis ojos en 2001.

También tuvo una participación en la película Huelepega, una producción de fuerte contenido social.

Su carrera parecía avanzar con paso firme y el futuro se veía prometedor.

Sin embargo, su vida personal comenzó a ocupar un lugar central en sus decisiones.

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Durante el apogeo de su carrera quedó embarazada del beisbolista Henry Blanco.

El hecho generó un gran escándalo mediático debido a que él estaba casado.

Ante la presión y la exposición pública, Gladiuska tomó una decisión radical.

Renunció a Radio Rochela y se mudó a Estados Unidos.

Su prioridad pasó a ser su hijo y su rol como madre.

Durante años se mantuvo alejada de la televisión venezolana.

Cuando intentó retomar su carrera, el cierre de Radio Caracas Televisión frustró cualquier posibilidad de regresar al canal que la vio nacer artísticamente.

Ese hecho marcó definitivamente el cierre de una etapa de su vida.

Con el tiempo decidió establecerse en Miami junto a su hijo y su pareja.

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Muchos años después, Gladiuska volvió a ser noticia, pero esta vez por razones muy distintas.

La actriz reveló públicamente el grave problema de salud que enfrentó como consecuencia del uso de biopolímeros.

Durante su etapa en la televisión, como muchas otras mujeres del medio, sintió la presión de cumplir con ciertos estándares de belleza.

Observó que varias compañeras se inyectaban sustancias en los glúteos para mejorar su apariencia.

Guiada por recomendaciones y sin una investigación profunda, decidió someterse al mismo procedimiento.

Le aseguraron que se trataba de células expansivas y que no habría consecuencias a futuro.

Confiada, aceptó sin imaginar el daño que eso le causaría años después.

Al principio se sintió satisfecha con los resultados.

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Recibía halagos y se sentía bien con su imagen.

Sin embargo, con el paso de los años comenzaron a aparecer los síntomas.

Dolores intensos, inflamación, debilidad general, caída del cabello y deformidades en los glúteos.

Los biopolímeros comenzaron a desplazarse por su cuerpo.

Su salud se deterioró progresivamente.

Llegó un punto en el que perdió la movilidad.

Gladiuska relató que hubo momentos en los que no podía caminar.

No podía levantarse de la cama por el dolor.

En una de sus declaraciones más impactantes confesó que tenía que arrastrarse para ir al baño.

La depresión se apoderó de ella.

El sufrimiento físico se mezcló con el emocional.

Comenzó una búsqueda desesperada de ayuda médica.

Visitó a numerosos especialistas en Estados Unidos.

Algunos médicos minimizaron su situación.

Otros le ofrecieron procedimientos que no le generaban confianza.

Uno de ellos incluso le aseguró que jamás podrían retirar completamente esa sustancia de su cuerpo.

Le dijeron que, según los exámenes, ella estaba bien.

Pero Gladiuska sabía que algo no estaba bien.

Su cuerpo le enviaba señales claras.

Ella no estaba dispuesta a resignarse.

Investigó día y noche sobre los biopolímeros.

Aprendió sobre sus efectos, riesgos y consecuencias.

A través de redes sociales conoció el trabajo del doctor Carlos Alberto Ríos.

Desde el primer contacto sintió que él entendía perfectamente su caso.

A pesar de los obstáculos migratorios, decidió priorizar su salud.

El dolor ya era insoportable.

Finalmente logró operarse con el equipo médico que le brindó confianza y apoyo.

Para Gladiuska, ese médico y su equipo fueron un verdadero milagro.

Ella se define como una sobreviviente.

Agradece a Dios por seguir con vida.

Agradece haber tenido la oportunidad de contar su historia.

Su testimonio busca alertar a otras mujeres.

Insiste en la importancia de investigar antes de cualquier procedimiento estético.

Recomienda no inyectarse sustancias extrañas en el cuerpo.

Hoy en día, aunque está alejada de la televisión, Gladiuska Acosta se encuentra más consciente de su bienestar.

Cuida su alimentación y realiza ejercicios.

Pero, sobre todo, prioriza su salud emocional.

Entiende que ningún estándar de belleza vale más que la vida.

Su historia es un llamado de atención.

Es un testimonio de las consecuencias de la desinformación y la presión social.

También es una muestra de fortaleza y resiliencia.

La Coconaza ya no aparece en pantalla, pero su historia sigue resonando.

No solo como un personaje icónico del humor venezolano.

Sino como una mujer que enfrentó el dolor y decidió sobrevivir.

Su experiencia ha servido para generar conciencia.

Su voz se ha convertido en advertencia y aprendizaje.

Gladiuska Acosta forma parte de la historia de la televisión venezolana.

Pero también de una historia humana que merece ser escuchada.

 

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