El asesinato de Carlos Alberto Manzo Rodríguez, presidente municipal de Uruapan, Michoacán, el pasado 1 de noviembre de 2025, ha sacudido no solo a esta ciudad aguacatera sino a todo el país.
Manzo, conocido como “el del sombrero”, fue ejecutado a balazos durante el Festival de las Velas en la Plaza Morelos, frente a miles de personas que celebraban el Día de Muertos.
El atentado, perpetrado por sicarios que se dieron a la fuga, dejó al alcalde agonizando en el suelo antes de morir en un hospital local.
Este crimen se suma a una larga lista de políticos asesinados en Michoacán, el séptimo durante el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla.
Manzo había denunciado amenazas constantes del crimen organizado y exigido apoyo federal para combatir extorsiones y secuestros que asolan la región.
Sus últimas palabras públicas, compartidas en redes, hablaban de una jornada agradable con familias de Uruapan.
Horas después, su vida se apagaba en medio de la indiferencia que él mismo había criticado.
Carlos Manzo no era un político convencional.
Nacido en Uruapan en 1985, se forjó en la gestión pública enfocada en salud y luego en la política.
Diputado federal por Morena entre 2021 y 2024, rompió con el partido para lanzar su candidatura independiente en las elecciones de 2024.
Bajo el Movimiento del Sombrero, un símbolo de identidad local, arrasó con el 66% de los votos, derrotando al candidato de Morena-PT-Verde, Ignacio Campos Equihua.
Asumió el cargo el 1 de septiembre de 2024 con un discurso frontal contra la delincuencia.
“Delincuente armado que se resista, hay que abatirlo”, declaró en varias ocasiones, chocando con la política federal de “abrazos, no balazos” de Claudia Sheinbaum.
Manzo canceló celebraciones como el Grito de Independencia por la violencia y pidió refuerzos militares.
En mayo de 2025 desafió públicamente a la presidenta a probar su estrategia en Uruapan.
Sus llamados quedaron en el aire, según él, por ser independiente y haberle ganado a Morena.
En una entrevista archivada que ha resurgido tras su muerte, Manzo explicó con crudeza el abandono federal.
“La presidenta de la República ha ido a Michoacán alrededor de cinco veces en lo que lleva su primer año de gobierno”.
“No ha volteado a ver Uruapan”.
“¿Por qué? Porque somos independientes”.
“Porque le ganamos la elección”.
“Ya le dije, no somos enemigos de la presidenta de la República”.
“¿Sabes por qué quizás no me reciban? Porque piensan que estoy loco”.
“Y sabes qué, sí estoy loco porque un cuerdo no se atreve a hacer y encabezar esta lucha donde está en riesgo mi vida, donde está en riesgo la vida de mi entorno y de mi familia”.
“Y lo estamos haciendo”.
“Yo estoy convencido, a mí me quedan tres caminos en esta lucha: la cárcel porque incomoda uno intereses políticos delictivos y se utiliza el poder para perseguir a la gente que te incomoda”.
“La muerte, como ha pasado con muchos políticos, con muchos presidentes, con muchos actores de lucha y el éxito”.
Estas palabras, dirigidas al periodista Carlos Loret de Mola, resumen su aislamiento.
Manzo no pedía favores partidistas, solo seguridad para su pueblo.
Uruapan, productor clave de aguacate, sufre extorsiones del Cártel Jalisco Nueva Generación, Cárteles Unidos y La Familia Michoacana.
Manzo denunció que los delincuentes operan con armas exclusivas del Ejército y que la Guardia Nacional era insuficiente.
En octubre de 2025, tras el asesinato de un policía municipal, exigió a Sheinbaum y al secretario Omar García Harfuch no dejar solo a Uruapan.
Sus súplicas fueron ignoradas hasta su ejecución.
La reacción ciudadana ha sido masiva y furiosa.
El 7 de noviembre, más de 60.
000 personas marcharon en Uruapan con sombreros puestos, símbolo del movimiento de Manzo.
Cerraron negocios, paralizaron la ciudad y gritaron “Carlos no murió, el gobierno lo mató”.
Exigieron renuncia del gobernador Bedolla, acusado de ineptitud, y criticaron a Sheinbaum por pasividad.
“Claudia, Carlos te llamó con vida”, coreaban.
Protestas se extendieron a Morelia, Apatzingán y otros municipios, con quema de palacios municipales y detenciones.
El funeral de Manzo fue un caos: Bedolla fue abucheado y expulsado.
La viuda, Grecia Quiroz, emergió como voz de la indignación.
En la marcha, declaró que su reunión con Sheinbaum no fue para “doblar las manos”, sino para exigir que “voltee a ver a Uruapan” y saque a los delincuentes.
El Movimiento del Sombrero creció exponencialmente, prometiendo no parar hasta justicia.
Manifestantes visten de blanco, llevan banderas mexicanas y reclaman paz sin violencia.
Tras el asesinato, el Congreso de Michoacán designó a Grecia Itzel Quiroz García como presidenta municipal sustituta.
El 5 de noviembre rindió protesta con 38 votos a favor.
Con voz entrecortada pero firme, juró continuar el legado: “El legado de Carlos Manzo va a seguir, así hayan callado su voz”.
“Esto continuará y el movimiento del sombrero no parará”.
Quiroz, custodiada por Guardia Nacional, se reunió antes con Sheinbaum en Palacio Nacional.
Prometió un Uruapan como Manzo lo hubiera querido: sin extorsiones, con estado de derecho.
El Cabildo propuso su nombre, respaldado por todas las fuerzas políticas.
Ahora enfrenta el desafío de gobernar en medio del duelo y la zozobra.
Su llegada al poder simboliza resistencia ciudadana ante el vacío dejado por su esposo.
El crimen de Manzo expone la crisis de seguridad en Michoacán y el país.
Es el sexto alcalde asesinado en 2025 y el séptimo en la entidad bajo Bedolla.
Sheinbaum condenó el hecho, prometió no impunidad y anunció un nuevo plan de paz para Michoacán.
Sin embargo, las protestas cuestionan la estrategia federal.
Manzo había advertido: “No quiero ser otro presidente municipal más en la lista de los ejecutados”.
Su muerte confirma el colapso en regiones dominadas por cárteles.
Productores de aguacate pagan cuotas, ciudadanos viven con miedo, y políticos valientes pagan con la vida.
El abandono a independientes como Manzo revela posibles revanchas políticas.
Mientras, la investigación avanza con detenciones pendientes y el Ejército reforzando presencia.
Pero la confianza está rota.
Uruapan clama justicia, no promesas vacías.
El sombrero de Manzo no cayó; se multiplicó en miles de cabezas indignadas.
Este caso trasciende lo local y cuestiona el modelo de seguridad nacional.
Manzo eligió el camino del éxito, pero le tocó la muerte.
Su locura, como él la llamó, era valentía pura en un México donde denunciar cuesta la vida.
Grecia Quiroz hereda no solo la alcaldía, sino una lucha que moviliza a decenas de miles.
El Movimiento del Sombrero podría transformarse en fuerza política mayor.
Sheinbaum enfrenta su primer gran reto en Michoacán: cumplir o profundizar la desconexión.
Bedolla, abucheado, defiende su gestión ante críticas generales.
La sociedad uruapense, unida en el dolor, exige resultados inmediatos.
Si no hay justicia pronta, las marchas pacíficas podrían radicalizarse.
Carlos Manzo vive en el reclamo colectivo: paz, dignidad y fin al abandono.
Su historia es un espejo cruel de la violencia que devora al país.
Solo el tiempo dirá si su sacrificio impulsa cambio real o se suma a la impunidad eterna.
