En un giro impactante en la investigación del magnicidio de Miguel Uribe Turbay, uno de los principales eslabones de la cadena criminal que orquestó su asesinato ha sido finalmente capturado.
A través de un trabajo conjunto entre la Policía Nacional, la Fiscalía General de la Nación, y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), se logró dar con el paradero de Simeón Pérez Marroquín, conocido en el mundo criminal como “alias El Viejo”, quien era uno de los responsables directos del asesinato del precandidato presidencial.
La captura de este temido criminal marca un avance significativo en una investigación que, hasta hoy, se encontraba atrapada en las sombras de la violencia que ha marcado la historia reciente del país.
El proceso de captura de alias El Viejo comenzó con una pista clave: una motocicleta utilizada por el delincuente y testimonios de varios de los capturados en relación al crimen.
Gracias a estos testimonios y a un informe de inteligencia, los agentes de la policía pudieron rastrear la ubicación de El Viejo.
La motocicleta, que fue vista en diversas cámaras de seguridad en el sur de Bogotá, resultó ser la pieza que permitió a las autoridades trazar su movimiento hasta un escondite en el Meta, una región conocida por su alto control de grupos armados ilegales.
El operativo, que fue meticulosamente planeado, se llevó a cabo en una finca en la vereda del Bejar, en el municipio de Puerto Asís, en el Meta.
Aquí, el equipo de operaciones especiales de la Policía Nacional, con el apoyo de la Fuerza Aérea, ejecutó un asalto preciso que resultó en la captura de El Viejo.
Durante la operación, los agentes encontraron a Simeón Pérez Marroquín en una zona bajo control de grupos armados, lo que subraya el poder y la influencia que el criminal había logrado consolidar en esa región.
Alias El Viejo, como líder de una red criminal con profundas raíces en el narcotráfico y el microtráfico en Bogotá, se convirtió en un objetivo prioritario para las autoridades.
Su poder no solo se limitaba a la venta de estupefacientes, sino que también tenía un dominio absoluto sobre el tráfico de armas en la zona.
Además, El Viejo era conocido por su modus operandi violento: aquellos que intentaban competir con él en el mercado de las drogas eran eliminados sin piedad.
Su influencia en barrios como Usme y Ciudad Bolívar, donde operaba con total impunidad, lo convirtió en una de las figuras más temidas y respetadas dentro del mundo criminal.
La relación entre alias El Viejo y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) también ha sido revelada como parte de la investigación.
Según los informes, El Viejo tuvo contactos directos con cabecillas de las FARC, quienes en ocasiones le compraban fusiles y otros armamentos, además de contratar sus servicios para diversas actividades criminales.
Este vínculo con las FARC y su influencia sobre otras bandas criminales le permitieron mantener su poder durante años, a pesar de las numerosas detenciones que enfrentó en el pasado.
En el contexto de la investigación del magnicidio de Miguel Uribe, las autoridades descubrieron que, antes de cometer el asesinato, El Viejo estuvo involucrado en varias reuniones con miembros de la organización criminal de alias Chipi, uno de los sospechosos más buscados en relación con el crimen.
De hecho, según las declaraciones de algunos de los capturados, El Viejo habría sido quien coordinó los detalles operativos del asesinato de Miguel Uribe Turbay, incluyendo la contratación de los sicarios y la planificación del atentado.
El magnicidio de Miguel Uribe Turbay, quien fue abatido durante un discurso político en el parque Golfito de Bogotá el 7 de junio, fue un ataque brutal que conmocionó a la nación.
La investigación de este crimen ha estado llena de giros y sorpresas, pero la captura de alias El Viejo marca un hito importante en la resolución del caso.
Según la fiscalía, la estructura criminal de la que El Viejo formaba parte estaba involucrada en una serie de delitos, entre ellos, asesinatos, tráfico de drogas y armas, y la contratación de sicarios para llevar a cabo sus operaciones.
Esta red criminal no solo estaba ligada a la muerte de Uribe Turbay, sino también a otros actos violentos que han marcado la historia reciente del país.
Una de las revelaciones más impactantes de la investigación es el testimonio de Catherine Martínez, una joven de 19 años involucrada en el asesinato.
Según sus declaraciones, fue alias El Viejo quien le proporcionó el dinero y las instrucciones necesarias para ejecutar el atentado.
La joven también explicó cómo, tras el asesinato, El Viejo le ordenó cambiarse de aspecto, deshacerse del celular y mudarse a Caquetá, donde recibió formación en técnicas de combate.
Esta información fue crucial para rastrear a El Viejo, cuya captura fue posible gracias al seguimiento de sus movimientos y contactos.
La confesión de Catherine Martínez fue el punto de quiebre que permitió a las autoridades identificar a El Viejo como el principal responsable de la planificación y ejecución del magnicidio.
El Viejo, conocido por su habilidad para operar con discreción, cometió un error que facilitó su captura: utilizó una motocicleta para desplazarse entre las diferentes zonas de Bogotá y sus alrededores.
Este medio de transporte, que era clave para su movilidad, permitió a los investigadores seguir su rastro a través de las cámaras de seguridad en las carreteras.
La información recabada por la policía y la Fuerza Aérea, que incluyó el monitoreo de las cámaras de seguridad y el análisis de datos públicos, les permitió rastrear el recorrido de la motocicleta hasta su ubicación en el Meta, donde finalmente se produjo la captura.
El poder de alias El Viejo en la región del sur de Bogotá y el Meta no solo se limitaba a sus actividades delictivas, sino que también se extendía a su capacidad para manejar operaciones en áreas controladas por grupos armados ilegales.
Esto lo convirtió en un objetivo difícil de alcanzar, ya que sus movimientos eran cuidadosamente calculados y evitaba ser detectado por las autoridades.
Sin embargo, la colaboración entre la policía, la fiscalía y las fuerzas armadas, junto con la información proporcionada por los capturados, fue clave para finalmente dar con su paradero.

La captura de alias El Viejo es solo un paso en la investigación que continúa en busca de los responsables intelectuales y financiadores del crimen.
Según las autoridades, la banda criminal a la que El Viejo pertenecía tenía vínculos con la disidencia de las FARC, y su alcance criminal se extendía más allá del asesinato de Uribe Turbay.
A medida que avanzan las investigaciones, se espera que surjan más detalles sobre los contactos y conexiones de El Viejo con otros actores del crimen organizado en Colombia.
Este caso no solo pone en evidencia las estructuras criminales que operan en el país, sino también la complejidad de los procesos judiciales que enfrentan las autoridades al tratar de desmantelar redes de crimen organizado.
La captura de un personaje como alias El Viejo es un avance importante, pero el trabajo aún no ha terminado.
La fiscalía y la policía continúan investigando y buscando más pruebas que puedan llevar a la captura de otros miembros de esta red criminal.
La resolución de este caso es crucial para la justicia en Colombia, especialmente porque está directamente relacionado con el asesinato de un líder político y con las profundas heridas que la violencia ha dejado en la sociedad colombiana.
En conclusión, la captura de alias El Viejo es un hito en la investigación del magnicidio de Miguel Uribe Turbay y una muestra del compromiso de las autoridades colombianas en desmantelar las redes criminales que siguen operando en el país.
Sin embargo, este caso también revela las complejas conexiones entre los actores del crimen organizado y la dificultad de enfrentar una violencia que ha marcado la historia de Colombia.

La justicia aún está en proceso, y las autoridades seguirán trabajando para desentrañar la verdad detrás de este trágico asesinato.