Rocío Durcal, una de las voces más queridas y admiradas de la música española y mexicana, vivió una vida llena de contrastes.
Desde ser la niña prodigio de un barrio obrero en Madrid hasta convertirse en la reina de las rancheras en México, su historia está llena de éxitos, pero también de secretos oscuros que han permanecido ocultos durante décadas.
La cantante, que deslumbró al mundo con su talento, se vio envuelta en una serie de escándalos personales y profesionales que marcaron su vida de manera irreversible.
Desde su primer encuentro con la fama, Rocío mostró una determinación y un talento que la llevaron a convertirse en una de las artistas más exitosas de la historia de España.
Pero detrás de esa imagen de mujer perfecta, de madre y esposa ejemplar, se escondían muchos más secretos de los que el público imaginaba.
En 1977, la grabación de una película llamada “Me siento extraña” cambiaría su vida para siempre.
La película, que contenía una escena lésbica explícita con Bárbara Rey, fue un escándalo en España, especialmente para una actriz que había construido su carrera sobre la imagen de niña pura y bondadosa.
Rocío nunca quiso ver la película terminada y la consideró “el peor error de su carrera”.
Años más tarde, se descubrió que el escándalo fue solo el comienzo de una serie de traiciones y secretos que destruyeron la vida personal y profesional de la cantante.
En ese mismo periodo, mientras su carrera se desmoronaba, su esposo Junior, quien había sido su pilar durante años, estaba en Filipinas, donde fingía ser soltero.
Durante su estancia allí, se enamoró de una actriz filipina llamada Vilma Santos.
Este romance, que duró meses, fue descubierto por Rocío, quien viajó hasta Filipinas en Navidad para confrontarlo.
A pesar de la humillación y el dolor, Rocío decidió perdonarlo y continuar con su matrimonio.
Sin embargo, esta infidelidad quedaría al descubierto años después, cuando Junior publicara un libro en 2008, revelando todos los detalles del engaño y la infidelidad.
Para entonces, sus hijos ya sabían de la traición, pero la confesión pública dejó una cicatriz permanente en la familia Durcal.
Pero los escándalos no terminaban ahí.
Uno de los vínculos más importantes de Rocío Durcal fue el que tuvo con Juan Gabriel, quien la convirtió en la reina de las rancheras.
Juntos, grabaron varios discos que se convirtieron en himnos de la música mexicana.
Sin embargo, una ruptura inesperada entre ellos dejó a Rocío y a sus seguidores sin respuestas.
La versión oficial hablaba de problemas contractuales, pero la verdadera razón de su distanciamiento nunca se confirmó.
Según el exmánager de Juan Gabriel, Joaquín Muñoz, la ruptura fue por un asunto mucho más personal, que involucraba a Junior, el esposo de Rocío, y a Juan Gabriel.
Las tensiones entre los tres llegaron a su punto máximo, y la amistad que había unido a Juan Gabriel y Rocío se rompió por completo.
Rocío Durcal no solo fue una cantante y actriz, sino también una activista.
En 1975, se unió a una huelga organizada por los actores españoles para mejorar sus condiciones laborales, una acción que casi le cuesta la libertad.
Durante la dictadura de Franco, los actores no tenían derechos laborales básicos, y Rocío fue una de las primeras en alzar su voz en defensa de sus compañeros.
A pesar de los riesgos, Rocío fue arrestada por la policía franquista y pasó una noche en prisión.
Fue liberada gracias a la intervención de su amiga y comadre Lola Flores, quien pagó una fianza para sacarla de la cárcel sin que ella lo supiera.
Este acto de solidaridad dejó una huella imborrable en Rocío, que siempre agradeció el apoyo de Lola.
A lo largo de su vida, Rocío Durcal tuvo que enfrentarse a numerosos obstáculos, pero ninguno tan grande como la enfermedad que le arrebató la vida.
En 2001, fue diagnosticada con cáncer de útero.
Con una sonrisa que ocultaba el dolor, continuó trabajando a pesar de los efectos devastadores de la enfermedad.
Grabó su último disco en 2003, un homenaje al género ranchero que la había convertido en una leyenda.
A pesar de su estado de salud, Rocío subió al escenario para recibir su primer y único Grammy Latino en 2005, un logro que nunca olvidó.
La enfermedad avanzó rápidamente, y en 2006, Rocío Durcal falleció en su casa de Torrelodones, dejando un legado musical que aún perdura en el corazón de millones de personas.
Los últimos días de Rocío fueron tranquilos, rodeada de su familia.
Junior, su esposo, no se separó de ella en ningún momento, y sus hijos estuvieron allí cuando ella partió.
Durante su funeral, su voz seguía viva a través de las canciones que había cantado a lo largo de su carrera, especialmente “Amor eterno”, la canción que Juan Gabriel había escrito para su madre, pero que Rocío había convertido en un himno universal.
Sus cenizas fueron divididas entre España y México, dos países que la adoptaron como propia, y miles de personas lloraron su partida en las calles de ambos países.
Aunque su vida estuvo marcada por la tragedia, el amor y el dolor, Rocío Durcal sigue siendo una de las artistas más queridas de la historia, una leyenda que nunca será olvidada.
Los secretos que Rocío Durcal intentó esconder durante su vida siguen siendo parte de su legado.
La película que destruyó su carrera, la infidelidad de su esposo, la ruptura con Juan Gabriel y su lucha contra el cáncer son solo algunas de las historias que formaron su vida.
Pero, más allá de los escándalos y las traiciones, Rocío Durcal siempre será recordada como la mujer que enfrentó el dolor con una sonrisa y que, a pesar de todo, logró conquistar el corazón de millones de personas.
