En los últimos cinco años, Sydney Sweeney ha sido testigo de una carrera vertiginosa en Hollywood, pasando de ser una promesa a convertirse en una de las figuras más controversiales y discutidas en la industria del entretenimiento.
Su nombre, que antes estaba asociado a la frescura y el talento emergente, ahora está vinculado a una caída estrepitosa, marcada por fracasos en taquilla, críticas duras y la sobreexposición mediática.
¿Qué pasó realmente con la joven actriz que parecía destinada a dominar la pantalla grande?
Desde su infancia en Washington, Sweeney demostró una disciplina excepcional, decidida a alcanzar la fama a toda costa.
Su familia, ajena a la industria del entretenimiento, apostó todo por su carrera.
A través de sacrificios enormes, los padres de Sydney lograron financiar sus estudios de actuación, con la esperanza de que su hija pudiera alcanzar sus sueños.
Sin embargo, este costo elevado comenzó a reflejarse en la vida de la actriz, cuyas decisiones de carrera fueron cada vez más arriesgadas y costosas para su imagen pública.
El punto de inflexión en su carrera llegó en 2019, cuando fue seleccionada para interpretar a Cassie Howard en la exitosa serie de HBO, Euphoria.
Esta serie, que rompió esquemas con su tratamiento crudo y realista de la adolescencia, marcó un antes y un después para la joven actriz.
El personaje de Cassie, cargado de vulnerabilidad y lucha interna, encajó perfectamente con las habilidades dramáticas de Sydney, quien rápidamente se ganó la atención del público y de la crítica por su capacidad de transmitir emociones profundas.
Las escenas de Cassie llorando y rompiéndose emocionalmente se volvieron virales, y Sydney pasó de ser una desconocida a una estrella en ascenso.
El impacto cultural de Euphoria catapultó a Sweeney al estrellato, llevándola a proyectos más ambiciosos y reconocimientos importantes.
En 2022, fue nominada dos veces a los premios Emmy, consolidando su lugar en Hollywood como una actriz de talento indiscutible.
Sin embargo, el mismo ascenso meteórico que la elevó también la convirtió en blanco de una presión insoportable.
La industria la empujó a proyectos que no lograron captar la magia de su personaje de Cassie, y su imagen comenzó a cansar a una parte del público.
El primer gran tropiezo ocurrió con la película Madame Web, de Sony y el universo Marvel.
A pesar de las enormes expectativas que la rodeaban, la película fue un fracaso rotundo.
Las críticas fueron despiadadas, y el nombre de Sydney comenzó a asociarse con el mal rendimiento de la película.
Aunque no fue la protagonista principal, la prensa no tardó en señalarla como uno de los elementos que contribuyó al desastre.
Este fracaso puso en duda su capacidad para elegir buenos papeles y dejó claro que el entusiasmo de Hollywood por ella podía ser efímero.
A lo largo de los años, la exposición constante de Sydney en alfombras rojas, revistas y entrevistas comenzó a generar un cansancio en la audiencia.
Algunos la acusaron de estar sobreexpuesta, de ser una actriz atrapada en la rueda de la fama sin una verdadera estrategia detrás de sus elecciones profesionales.
Las redes sociales, siempre un reflejo distorsionado de la realidad, se convirtieron en un caldo de cultivo para los comentarios negativos, los cuales empezaron a empañar la imagen positiva que Sydney había cultivado con tanto esfuerzo.
El fracaso de Madame Web no fue el único tropiezo que la actriz sufrió en esta etapa.
A pesar de su intento por diversificar sus papeles y demostrar su versatilidad, proyectos como Inmaculada y Cristi no lograron resonar con el público ni en taquilla.
La crítica y el público no aceptaron estos roles, lo que llevó a la actriz a enfrentarse a un dilema: ¿debería seguir arriesgando con papeles de mayor envergadura, o tomar un camino más conservador y apegado a su esencia como estrella juvenil? Sydney intentó reinventarse, pero la pregunta seguía siendo la misma: ¿realmente tenía lo necesario para convertirse en una estrella de cine más allá de los dramas adolescentes?
En paralelo a sus dificultades profesionales, las controversias fuera del set también afectaron su carrera.
En 2025, una polémica surgió en torno a su campaña publicitaria con la marca American Eagle, en la que el eslogan jugaba con las palabras “genes” y “jeans”.
La coincidencia fonética de estas palabras en inglés generó una controversia sobre su supuesto mensaje de discriminación racial.
Aunque la intención de la marca era claramente humorística, muchos interpretaron el juego de palabras como una referencia a la superioridad genética de las personas rubias y de ojos claros, lo que desató una ola de críticas.
Esta situación mostró cómo una mala estrategia publicitaria puede destruir una imagen pública, aún cuando no haya mala intención de por medio.
El factor que complicó aún más la situación de Sweeney fue su asociación con Scooter Braun, el controvertido manager que se vio envuelto en una disputa pública con Taylor Swift sobre los derechos de sus masters.
Este vínculo causó que una parte importante de su base de fans, especialmente los seguidores de Taylor, comenzaran a cuestionar su ética profesional.
En un mundo donde la imagen y las asociaciones son tan importantes, la conexión con una figura tan polémica resultó ser un lastre para la actriz.
Sin embargo, a pesar de los fracasos y las críticas, Sydney Sweeney sigue siendo una actriz que tiene mucho que ofrecer.
Su talento sigue siendo innegable, pero la clave para su futuro en la industria del cine y la televisión dependerá de su capacidad para elegir proyectos que realmente conecten con su audiencia.
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En su caso, parece que el camino hacia la madurez artística será largo y complicado, pero es posible que aún haya una oportunidad para ella de reinventarse y recuperar su lugar en la cima.
¿Logrará Sydney Sweeney superar las dificultades que enfrenta y volver a brillar como la estrella prometedora que fue? Solo el tiempo lo dirá.
Mientras tanto, su historia se convierte en un recordatorio de lo rápido que puede cambiar el destino en Hollywood y cómo la fama, tan fácilmente ganada, también puede ser rápidamente perdida.