El crimen que conmocionó a Colombia con el asesinato del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay se está desenmarañando paso a paso.
Gracias a un arduo trabajo conjunto entre la Fiscalía General de la Nación, la Policía Nacional y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), se ha logrado la captura de uno de los eslabones más importantes de esta cadena criminal, conocido como “alias El Viejo”.
Su captura se produjo tras un operativo que utilizó pistas claves, testimonios y tecnología avanzada para localizarlo en una de las zonas más peligrosas del país.
El caso comenzó a tomar forma tras la captura de algunos miembros de la organización criminal involucrada en el asesinato de Miguel Uribe.
Estos capturados proporcionaron información crucial que permitió a los investigadores identificar a El Viejo, un hombre con más de 20 años de actividad criminal.
Alias El Viejo, quien operaba en el sur de Bogotá, había estado vinculado con varias actividades ilícitas, incluyendo el narcotráfico, el tráfico de armas y la contratación de sicarios.
A lo largo de su carrera criminal, se había ganado el control de la venta de drogas en zonas como Usme y Ciudad Bolívar, y era temido por su brutalidad.
La pista inicial que permitió a la policía dar con el paradero de El Viejo fue la motocicleta que utilizaba para desplazarse por la ciudad.
Esta motocicleta, que fue vista en varias cámaras de seguridad, se convirtió en el punto de partida para la investigación.
Los investigadores comenzaron a seguir su rastro y, con la ayuda de la Fuerza Aérea, lograron localizar la moto en la vereda del Bejar, en el municipio de Puerto Asís, en el Meta, donde finalmente El Viejo fue capturado.
Este operativo fue el resultado de semanas de trabajo coordinado, que incluyó el análisis de cámaras de seguridad y el uso de inteligencia avanzada.
La captura de El Viejo no solo es significativa por su relación con el asesinato de Miguel Uribe, sino también porque revela las complejas redes criminales que operan en Colombia.
Alias El Viejo había mantenido estrechos vínculos con otros criminales de alto rango, como alias Chipi, y había sido parte fundamental de una organización multicrimen que no solo estaba involucrada en el magnicidio, sino también en otros delitos graves.
La fiscalía ha indicado que El Viejo actuó como el enlace directo entre los autores intelectuales del asesinato y los sicarios que ejecutaron el crimen.
A través de las declaraciones de Catherine Martínez, una joven de 19 años que estuvo involucrada en el asesinato, se descubrió que El Viejo fue quien proporcionó el dinero, las armas y las instrucciones necesarias para llevar a cabo el atentado contra Miguel Uribe.
Tras el crimen, El Viejo tomó medidas para ocultar su identidad y la de los involucrados, como ordenar que se deshicieran de sus teléfonos y cambiaron su apariencia.
Esta información fue clave para rastrear sus movimientos y, finalmente, capturarlo.
El impacto de este caso se profundiza cuando se revela que El Viejo no solo era responsable de la planificación y ejecución del asesinato de Uribe Turbay, sino que también estaba involucrado en una serie de otros crímenes en Bogotá.
Su influencia sobre bandas criminales y su habilidad para manipular a jóvenes y adolescentes para llevar a cabo actos violentos lo convirtieron en una de las figuras más temidas en el ámbito criminal de la ciudad.
En cuanto a la operación en sí, el general Giovanni Cristancho, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, explicó que el trabajo de campo fue clave para poder dar con la ubicación de El Viejo.
Tras seguir el rastro de la motocicleta utilizada por el criminal, los investigadores lograron trazar su ruta desde Bogotá hasta el Meta.
La colaboración con la Fuerza Aérea fue esencial, ya que proporcionó el apoyo aéreo necesario para realizar el seguimiento de las rutas y confirmar la ubicación final de El Viejo.
La operación fue un éxito, pero también mostró la complejidad de las redes de poder que El Viejo había construido a lo largo de su carrera criminal.
La captura de El Viejo ha desvelado más detalles sobre las organizaciones criminales que operan en Colombia, en especial la relación entre las disidencias de las FARC y los grupos dedicados al narcotráfico y la violencia.
Los investigadores han indicado que El Viejo tenía un papel crucial dentro de estas estructuras y que su vinculación con personajes como alias Chipi y otros delincuentes de alto perfil muestra cómo las redes criminales se alimentan unas de otras, creando un sistema de poder que es extremadamente difícil de desmantelar.
La fiscalía también ha señalado que la estructura criminal dirigida por El Viejo estaba vinculada a una facción de la disidencia de las FARC, lo que complica aún más la situación.
Los informes indican que El Viejo y sus asociados no solo estaban involucrados en el magnicidio de Uribe Turbay, sino también en otros crímenes graves, como el reclutamiento de menores para actividades criminales y la venta de estupefacientes.
Esta interconexión entre narcotráfico, violencia y reclutamiento juvenil es un fenómeno que sigue siendo uno de los principales retos de seguridad para el país.
Una de las preguntas más importantes que ha surgido en torno a este caso es la de quién dio la orden de matar a Miguel Uribe.
Aunque alias El Viejo fue identificado como uno de los principales ejecutores del crimen, las autoridades han indicado que la estructura detrás del asesinato incluye a otras figuras clave.
Según las investigaciones, la banda criminal conocida como *Segunda Marquetalia*, liderada por el temido Cristóbal, estuvo directamente involucrada en la planificación del atentado.
La investigación continúa en curso, y se espera que la captura de El Viejo sea solo el primer paso para desmantelar esta red criminal de mayor alcance.
Los esfuerzos conjuntos entre la fiscalía, la policía y las fuerzas armadas en este caso han puesto de manifiesto la importancia de una colaboración interinstitucional en la lucha contra el crimen organizado.
A pesar de las dificultades inherentes a estos casos, la captura de figuras como El Viejo demuestra que las autoridades están comprometidas con la justicia y dispuestas a utilizar todos los recursos a su disposición para llevar a los responsables ante la justicia.
Finalmente, el impacto de este caso no solo tiene repercusiones en el ámbito criminal, sino también en el ámbito político.
El asesinato de Miguel Uribe Turbay, un líder político de gran relevancia, pone de manifiesto las tensiones y los riesgos que enfrentan los dirigentes políticos en Colombia.
Aunque el crimen aún no ha sido completamente resuelto, la captura de El Viejo y los avances en la investigación muestran que la justicia está tomando medidas para esclarecer los hechos y castigar a los responsables.
Sin embargo, el caso sigue siendo un recordatorio de los desafíos persistentes que enfrenta el país en la lucha contra la violencia y el crimen organizado.
