“Lo mataron para silenciarlo”

La imagen recorrió Colombia en cuestión de minutos.image
Un hombre inclinado sobre un féretro, murmurando palabras que nadie más debía escuchar.
No era un acto protocolario ni un gesto calculado.
Era un padre despidiéndose de su hijo.

Miguel Uribe Londoño hablaba en voz baja frente al ataúd de Miguel Uribe Turbay.
Le decía que lo iba a extrañar.
Que su ausencia iba a ser imposible de llenar.
Que lo cuidara desde donde estuviera.
Que lo guiara.
Que nunca lo olvidaría.

Esa escena, captada en la Catedral Primada de Bogotá, se convirtió en uno de los símbolos más potentes del duelo nacional.
No había consignas políticas.
No había discursos.
Solo dolor.

Miguel Uribe Turbay murió al amanecer del lunes 11 de agosto.
Había pasado más de tres meses en una clínica de Bogotá tras resultar gravemente herido en un atentado durante un acto público.
Tenía 39 años.
Era senador de la República.
Y se perfilaba como una de las figuras con mayor proyección dentro de la oposición.
Jerónimo, el hijo de Álvaro Uribe Vélez, estuvo presente en el funeral de Miguel Uribe Turbay: 'Le dio esperanza a mi padre'

La noche anterior a su muerte, su familia se despidió como lo hacía todos los días.
Con caricias.
Con palabras al oído.
Con la esperanza intacta.
Nada hacía prever el desenlace.

Horas después, una llamada telefónica cambió todo.
El corazón de Miguel se detuvo de forma repentina.
La noticia llegó en la madrugada.
Fue un golpe inesperado incluso para quienes llevaban semanas preparándose para todos los escenarios.

Durante los días previos, la familia había mantenido la fe.
Miguel reaccionó en al menos dos ocasiones.
Abrió los ojos.
Movió la mirada.
Respondió a la voz de su padre.La historia de la familia de Miguel U. y su gesto de paz

Esas señales alimentaron la convicción de que saldría adelante.
Colombia también creyó.
Las vigilias se multiplicaron.
Los mensajes llegaron desde distintos países.
Sin distinción ideológica.

A Miguel se le hablaba como si pudiera escuchar.
Le contaban que el país lo esperaba.
Que había despertado algo más grande que una campaña.
Que su nombre unía.

La muerte interrumpió ese relato.
Y volvió a abrir una herida antigua.

Treinta y cuatro años antes, la familia Uribe Turbay ya había vivido una tragedia similar.
En enero de 1991, Diana Turbay fue asesinada tras permanecer secuestrada durante cinco meses.
Periodista reconocida.
Hija de un expresidente.
Figura clave del periodismo colombiano.
Miguel Uribe Londoño reveló qué le dijo a su hijo Miguel Uribe cuando se recostó en su ataúd: “Me hubiera metido en el mismo cajón” - Infobae

Miguel tenía entonces apenas cuatro años.
Durante meses preguntó cuándo regresaría su madre.
Le mandaba besos a través de la televisión.
No entendía por qué no volvía.

Miguel Uribe Londoño fue quien tuvo que explicarle la verdad.
Lo hizo sin odio.
Sin rencor.
Con la firme decisión de que su hijo no creciera marcado por la venganza.

Ese niño se convirtió en un adulto comprometido con la vida pública.
Estudió Derecho.
Se especializó en políticas públicas.
Ingresó a la política con un discurso centrado en la seguridad, la institucionalidad y la memoria.

Quienes lo conocieron destacan su coherencia.
Su trato cercano.
Su capacidad de escuchar.
Su sonrisa constante.
Video | Así fue el conmovedor adiós del pequeño Alejandro a su padre Miguel Uribe Turbay

Miguel Uribe Turbay hablaba con frecuencia de su madre.
Decía que perdonar le permitió avanzar.
Que no cargar odio fue una decisión consciente.

Ese mensaje se convirtió en uno de los ejes de su vida política.

Su asesinato generó una reacción inmediata.
Indignación.
Dolor.
Silencio.

Las autoridades capturaron a varias personas presuntamente implicadas en el ataque.
Las investigaciones continúan.
Las preguntas persisten.

Para su familia, la prioridad ha sido proteger a Alejandro.
El hijo de Miguel.
Un niño de cuatro años.El emotivo momento en el que el hijo de Miguel Uribe dejó una flor sobre su féretro - El Diario

¿Cómo se le explica a un niño que su padre no volverá.
¿Cómo se le habla de la muerte sin sembrar miedo.
¿Cómo se evita que herede el resentimiento.

Alejandro estuvo presente en los actos fúnebres.
Caminó entre la multitud.
Colocó una flor.
Observó sin comprender del todo.

La escena recordó inevitablemente a otra.
La de Miguel niño despidiéndose de su madre décadas atrás.

Miguel Uribe Londoño recuerda con claridad aquel día.
Recuerda haber cargado a su hijo en brazos.
Haberlo acompañado hasta el final.
Haber sido firme cuando el dolor amenazaba con desbordarlo.

Hoy, el rol se invierte.
Es él quien debe sostener a su nieto.
Y asegurarse de que la historia no se repita en el alma.

En medio del duelo, la figura de Miguel Uribe Turbay ha trascendido el escenario político.
Su nombre se convirtió en símbolo.
Para unos, de una generación truncada.
Para otros, de una deuda pendiente del país.

Su padre ha decidido continuar su legado.
No como una ambición personal.
Sino como un deber moral.Con una misa solemne y todos los honores, Colombia dice adiós a Miguel Uribe Turbay - El Comercio

Asegura que no buscó ese camino.
Que fue una decisión familiar.
Que el objetivo es preservar las ideas de Miguel.

Habla de seguridad.
De narcotráfico.
De un país atrapado en ciclos de violencia.

Aclara que sus señalamientos no son penales.
Que no acusa sin pruebas.
Pero insiste en la responsabilidad ética del discurso público.

Para él, las palabras importan.
La estigmatización tiene consecuencias.
La violencia verbal abre caminos peligrosos.

Aun así, afirma que no actúa desde el odio.
Que su propósito no es la revancha.
Que su lucha es por memoria y por futuro.

Miguel Uribe Londoño reconoce que el miedo existe.
Que la seguridad es un tema real.
Que el riesgo no ha desaparecido.

Pero también dice que ya no tiene nada que perder.
Que ha perdido a su esposa.
Que ha perdido a su hijo.Despiden a Miguel Uribe Turbay con solemnes honras fúnebres

Eso, asegura, le da una determinación distinta.

En su teléfono conserva intactos los mensajes de Miguel.
Los mantiene fijados.
Los relee.

Ve videos de sus intervenciones públicas.
Escucha sus ideas.
Las adapta al contexto actual.

No ha vuelto a ver las imágenes del atentado.
Las vio una sola vez.
Fue suficiente.

Prefiere quedarse con otras escenas.
Los abrazos.
Las conversaciones.
La sonrisa.
Funeral de Miguel Uribe Turbay: así fue su despedida final

Hoy, la historia de los Uribe Turbay vuelve a interpelar al país.
Habla de violencia.
De repetición.
De memoria.

No es solo una tragedia familiar.
Es un reflejo de Colombia.
De sus heridas abiertas.

Romper ese ciclo es el desafío pendiente.
Y esa es, quizás, la pregunta que deja la muerte de Miguel Uribe Turbay.

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