Linda Carter, nacida el 24 de julio de 1951 en Phoenix, Arizona, es recordada como un ícono de la belleza y el talento.

 

Hija de una madre mexicana, Juanita Córdova, quien emigró a Estados Unidos, Linda creció en un ambiente donde la música y las artes eran fundamentales.

 

Desde pequeña, mostró interés por el canto y la actuación, participando en fiestas familiares y programas de talentos.

 

Sin embargo, su infancia no estuvo exenta de dificultades, ya que el divorcio de sus padres la llevó a enfrentar bullying por su apariencia y situación económica.

 

 

 

A pesar de los desafíos, Linda perseveró y comenzó a trabajar desde joven para ayudar a su madre.

 

A los 14 años, se unió a su primera banda, The Relatives, y continuó su carrera musical mientras asistía a la universidad.

 

Sin embargo, pronto abandonó sus estudios para dedicarse por completo a la música.

 

Su participación en concursos de belleza, como Miss Phoenix y Miss Mundo, le abrió las puertas al mundo del entretenimiento y la llevó a mudarse a Los Ángeles en busca de oportunidades en el cine.

 

 

 

En 1974, Linda audicionó para el papel de la Mujer Maravilla, un personaje que había amado desde su infancia.

 

Después de superar a miles de aspirantes, fue elegida para protagonizar la serie que la catapultaría a la fama.

 

La serie, lanzada el 7 de noviembre de 1975, se convirtió en un éxito inmediato y consolidó a Linda como un símbolo sexual y un referente cultural.

 

Su interpretación de la heroína se caracterizó por su belleza y versatilidad, lo que le permitió ganar un salario considerable y obtener reconocimiento mundial.

 

 

 

A medida que la serie avanzaba, Linda Carter no solo se destacó como actriz, sino también como cantante.

 

En 1978, lanzó su álbum “Portrait”, que incluía varias canciones escritas por ella misma.

 

A lo largo de su carrera, mostró su versatilidad al actuar en películas y series de televisión, además de presentarse en Las Vegas.

 

En 1980, se convirtió en el rostro de Maybelline, triplicando las ganancias de la marca gracias a su popularidad.

 

 

 

A pesar de su éxito, la vida personal de Linda también estuvo marcada por altibajos.

 

Se casó con su mánager, Ron Samuels, pero se divorciaron en 1982.

 

Posteriormente, conoció al abogado Robert Altman, con quien se casó en 1984.

 

Juntos enfrentaron desafíos, incluyendo la batalla de Altman en un caso de fraude, donde Linda lo apoyó incondicionalmente.

 

La salud de su madre, quien padecía Alzheimer, también impactó profundamente a Linda, llevándola a involucrarse en causas benéficas relacionadas con la enfermedad.

 

 

 

A lo largo de los años, Linda Carter ha superado el estigma de ser solo una reina de belleza, convirtiéndose en un verdadero ícono de la cultura popular.

 

Su legado perdura no solo por su belleza física, sino por su talento y compromiso con diversas causas sociales.

 

A pesar del paso del tiempo, continúa siendo una figura relevante en la industria del entretenimiento, recordada por su papel como la Mujer Maravilla y su capacidad para inspirar a nuevas generaciones.

 

Linda ha demostrado que, más allá del brillo de la fama, hay una mujer maravillosa que ha dejado una huella imborrable en el corazón de muchos.